martes, 20 de enero de 2015

De los
PROCESOS DE CREACIÓN LITERARIA


Hace poco tiempo en un debate literario - que se podría englobar a todo el terreno literario - surgió una pregunta: ¿Te gustaría saber como o porqué un autor ha escrito tal verso o tal poema?
Y no me refiero a que se nos de una explicación sobre el poema, o se nos <<guíe>> sobre el que pensar o sentir ante un texto. No. Tan sólo me refiero a la realidad que hay detrás de la realidad que el poeta me deja ver. Esa realidad que está antes del verso y es su origen. Esa realidad maternal que inicia una idea, una imagen, un poema.
Hubo discrepancias en las respuestas. Yo personalmente contesté que <<SI>>. Obtuve muchos desacuerdos. Es cierto que ha mucha gente - como la mayoría argumentó - al saber el cómo o el porqué de una obra, se aleja de ésta y sólo es capaz de ver y de pensar en esa realidad originaria, que ahora les parece tan fría y ordinaria que a su juicio desmerecen a la obra. Prefieren mantener cierta buena ignorancia.
Yo por el contrario, y centrándome en la poesía en particular, prefiero el saber. Para mí el conocer esa semilla originaria, y ver que tras esa imagen que ha logrado sacudirme en el poema, está la misma realidad por la que yo, y todos, pasamos cada día, es sin duda una de las sensaciones más extraordinarias que he experimentado - y que sigo experimentado -: es magia. Es la palabra en su estado más virgen. La poesía es magia. Como el pájaro que se posa en la rama de un árbol, una entre tantas ¿Por qué esa? ¿No querríais saberlo?
Para mi el poema no se me nubla, no desmerece. Al contrario. Me conmuevo. A veces lo envidio con ternura. Me siento más cerca del poeta. Y al releer el poema la realidad originaria se desvanece - no como se desvanece cuando no se conoce - se desvanece porque la conozco, y dos realidades - la de todos y la del poeta - no pueden convivir, y yo me quedo con la poesía




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